martes, 10 de febrero de 2015

No te recordaremos porque nunca te olvidaremos, Dana

De cachorrita
En febrero del 99 llegaba a nuestra casa un pequeño juguete tras muchos años de insistencia por mi parte. Una bolita negra, que en principio iba a ser Fox, pero resultó ser Dana (no recordaré la historia que ya mucha gente sabe...) y que llenó de alegría muchos momentos en nuestras vidas. Hoy, 16 años después, tenemos que despedirnos de ella...y se nos encoge el alma.

Esperando en la terraza
Recuerdo como si fuese hoy el viaje que hicimos a Oviedo, lo nerviosa que estaba y las ganas con las que iba. Recuerdo que yo quería un cocker o un west highland. Pero al llegar allí y ver ese pequeño bichito negro corriendo sin parar de un lado para otro, tenía claro que lo quería para mí. Y no nos equivocamos con la elección. 
Lo mismo que se movió allí, se movió toda su vida, porque no conocí caniche más ágil, inquieta y juguetona que Dana. Ni tampoco tan feliz y cariñosa como ella. Si de algo podemos estar tranquilos es de la buena vida que llevó, todo lo que disfrutó y el cariño que recibió.




Animando al Sporting
Yo, personalmente, pasé prácticamente media vida con ella. Y aunque estudiase y trabajase fuera, siempre me recibió los fines de semana con una alegría increíble, corriendo y ladrando por el pasillo desde que me oía pitar en coche al pasar por la calle. Quieras que no, era su dueña, aunque luego ejercieran más mis padres como tal. De hecho, me acuerdo perfectamente de la primera noche que pasó en casa porque mi madre estuvo media noche a su lado en la cocina esperando a que se durmiera ya que extrañaba el lugar. Y así pasó también mi madre estos últimos días, pendiente constantemente de Dana por las malas noches que pasó, cosa que siempre le agradeceré. No solo a mi madre, porque mi padre también tuvo lo suyo, si no era ella era él. Mi padre la sacó en noches y días fríos, de lluvia, dio largos paseos con ella y le prestó todas las atenciones habidas y por haber. ¡Y así se lo agradeció ella, que le quería con locura!
Conociendo la nieve

Quizás no entendáis muy bien de lo que hablo o puede que os resulte cansino tanta palabrería sobre Dana, pero los que tenéis mascotas, sobre todo perros, seguro que me entenderéis perfectamente. Entenderéis que para nosotros no era una perra sino una más de la familia, que no pasara un año sin que tuviera regalo de Reyes, que fuese con nosotros a todos sitios, que hablásemos con ella y nos entendiera, que la consintiéramos como a una niña, que los fines de semana la dejase dormir de estrangis en mi cama aunque mis padres no la dejaran o que viéramos lo contenta que se ponía cuando se le decía "ahí viene Elisa" o "ahí viene Miguel" (esto último en especial).


Durmiendo a lo grande
Pero no sólo a nosotros nos dio cariño... Cuando oía la voz de mi tía se volvía loca, cuando Pablo le silbaba desde bien lejos iba pitando y cuando venían mis amigas a casa nunca tuvo una mala respuesta para ellas. Bien conocida era por todos, por la alegría que desprendía. De hecho, no se nos olvidará la frase que tanto nos repetían "no hay perrina más alegre en Ribadesella".

Despertando en mi cama
Fueron muchas horas compartidas por el paseo de la playa, haciendo pozos en la arena o jugando con palos, cosas que como a cualquier perro le volvían loca. Pero también le gustaban otras cosas menos comunes, como estar de terraceo con nosotros, destrozar las servilletas de papel que tenía a su alrededor, "estudiar" conmigo echada en la cama, aguantando el tostón de las carreras o la oposición o salir en las fotos, porque pocas fotos familiares tenemos en las que no aparezca. En la comida...¡también tenía sus rarezas! Porque no sólo disfrutaba con la carne, le encantaba el queso, el pescao y el marisco o las galletas. Bueno...en general le gustaba cualquier cosa que estuviéramos comiendo. Se sentaba a tu lado y te miraba con aquellos ojos que era imposible no satisfacer sus caprichos.

Nuestra última Navidad
Hoy, tras media vida juntas, a todos nos ha costado muchísimo despedirnos de ella, a pesar de que al principio parecía que el traer a Dana a casa era un capricho mío. Pero también sabemos que nos agradecerá este descanso que durante un tiempo quizás no ha tenido. Nosotros nos quedaremos con la época en la que vivía contenta, saltando, brincando, disfrutando, cosas que ahora ya no hacía. Cuando pensemos en ella, pensaremos en esos momentos. 
Nos dio todo lo que nos pudo dar, lo mismo que nosotros a ella. Por eso, aunque nos despedimos con pena y dolor y las lágrimas son inevitables, nos despedimos tranquilos.


"NO TE RECORDAREMOS PORQUE NUNCA TE OLVIDAREMOS, DANA"

Con mi padre
Con mi madre









Con mis tíos
Conmigo


Con Pablo
Con Inés, bien pequeñitas las dos

Con Bafy

Con Lola

Con Zuki
Con...sentida en mi cama

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